miércoles, 9 de mayo de 2012

Princesas.

Erase una vez, en una pequeña ciudad, una frágil niña.
Casualmente, era la única que no era una princesita. Las detestaba, pero a la vez soñaba ser como ellas. Los demás niños, por no ser como ellas, la insultaban, la humillaban. ¿Qué hacía nuestra frágil niña? Defenderse como podía, hacer oídos sordos, no llorar. Creció. Se hundió. Seguía sin ser una princesa. Los demás, seguían haciendo lo mismo día tras día. Se hizo daño, pero llorando se lo contó a su pobre madre, que la regañó y le dijo que no lo hiciera más o podría salir perjudicada. La apoyó, la dio ánimos. Pero ella quería ser una princesa. Se hizo mayor. No aguantó. Se intentó hacer daño de nuevo, pero era demasiado cobarde. No, las princesas no eran cobardes, eran perfectas. Se perdió entre las lágrimas, se hizo el silencio en su voz. Recordó y se ahogó más. Quien sabe dónde esta ahora. Quizás perdida aún entre sus lágrimas. Quizás escondida en el silencio. Lo único que no sabe, es que esto, todavía no ha acabado. Ni ella, ni su vida. Tal vez, algún día, se arme de valor y comprenda que para ser bonita, no hace falta ser princesa, ni ser perfecta.

No hay comentarios:

Publicar un comentario